domingo, 28 de septiembre de 2014

...I die a little

Se acaba el verano, y  apuramos las últimas noches de terraza y risas con amigos, y puedo sonreír y sentirme relajado.

No obstante, no puedo decir que haya sido un verano fácil: ha sido un verano de despedidas. En estos tres meses, he ido dejando atrás un trabajo, un piso, y varias personas que han sido de gran importancia en mi vida. Ha sido un proceso complejo y doloroso en ciertos aspectos, pero espero que, en el medio-largo plazo, podrá ser recordado como positivo.

No me gustan para nada las despedidas. Cuando doy de alta a un paciente siempre les dejo la puerta abierta a que pidan visita de nuevo si quieren. Durante muchos años mantuve que nunca le negaría la palabra a quien me la dirigiera (luego alguien fue suficientemente despreciable para hacerme cambiar de opinión, claro). Pero a este ritmo, voy a acabar acostumbrándome a ellas.

La de este verano fue la enésima mudanza de los últimos dos años. He dejado atrás el nido de Meridiana, aquel refugio irlandés, la habitación de Camberwell y el inicio truncado en Clot. Supongo que con ese historial es difícil sentirse en casa en alguna parte, pero poco a poco se va consiguiendo. Esparcir cartas por todas partes ayuda, claro. Y los chuchos. Hace mucho tiempo que repito que "mi patria son mis zapatos", pero últimamente he descubierto que el sitio donde llegas y eres babeado por tus perros, eufóricos por verte, es una buena definición de "hogar".

Por otro lado, laboralmente no puedo decir que tenga algo así. En verano tuve que despedirme de todo el mundo con quien había trabajado encantado, ya que sólo estaba sustituyendo a alguien que volvía. Hubo reconocimiento al trabajo y promesas para el futuro, pero de momento se han quedado en el eso. Por suerte, ahora tengo otro trabajo, pero otra vez algo temporal, sólo un augurio de una nueva despedida en unos meses.

A nivel personal, tengo que reconocer que he hecho las cosas peor: he cometido muchos errores y esto ha sido un factor importante en salir dañado y dañar a gente que me importa. Y es algo que lamento a menudo. Algunas veces he llegado a pensar que todo salía exactamente de la peor manera, que las decisiones que he ido tomando conformaban un especie de puzzle que no podía acabar bien. Y aún no sé. Hay ausencias que duelen, sobre todo si decir adiós te hace morir un poco.

Y sin embargo, y sin embargo, Omar...

"No te dejes abatir por las despedidas. Son indispensables para la preparación del reencuentro. Y es seguro que los amigos se reencontrarán, después de algunos momentos o de todo un ciclo vital". (R. Bach)

Supongo que más que en despedidas, debería pensar en ciclos. Este verano ha empezado uno en mi vida, y tengo que aprovecharlo. Hacer las cosas bien. Sigo teniendo cosas muy importantes, sigo sintiéndome un tío afortunado. Paso a paso. Luego habrá otro ciclo, y otro. Y ciclos más grandes. Por eso, estoy bastante seguro de que toda esa gente a la que quiero, y que ha querido a la persona que soy realmente, tendrá su momento. No puede ser de otra manera cuando, en realidad, nunca se han ido del todo. Así que nos vemos en el camino.

...no te vayas nunca,
sube, baja, siente...