viernes, 3 de mayo de 2013

Una confesión

En realidad, yo no pensaba llegar hasta este punto. Yo ya tengo algo serio, estable y de larga duración, y esto no tenía que ser más que un divertimento, algo a olvidar casi inmediatamente.

Y al principio, eso es lo que parecía. Ella se presentó como lo hace siempre con los desconocidos: sobria, gris, incluso distante. Yo la conocía de vista desde hacía tiempo y nunca me había atraído demasiado, precisamente por ese aspecto huraño que se empeña en dar. Como decía, no fue para nada un flechazo: nunca pensé que surgiera.

Fue una cuestión de convivencia, creo. Ni siquiera sé decir exactamente cuando empezó a cambiar la imagen mental que tenía de ella. No sé cuando empecé a vislumbrar la pasión que le pone a casi todo lo que hace, aunque lo esconda.  No tengo claro cuando me fijé en su físico peculiar, en su extraña manera de arreglarse. Ni cuando su compañía se me hizo imprescindible para salir a correr. Tampoco puedo concretar una fecha en que empezara a admirar su amplísima cultura, su capacidad para enseñarme y sorprenderme.

Antes de darme cuenta, estaba enganchado. Como un novato. Y todo se precipitó, claro. Yo quise conocerla más y... mejor. Y ella, una vez la conoces, se deja querer.

Claro que requiere un montón de caprichos, todos ellos de los más caros, que han supuesto un desembolso importante para mi economía de residente. Pero no obstante, siempre me ofrecía algo a cambio. A veces me descubría rincones insólitos, momentos atrapados en el tiempo, mientras me susurraba su historia al oído. Otras me sonreía y alegraba el día con su cara más amable. En alguna ocasión me regaló su humor absurdo, su ironía. He disfrutado un montón los últimos 3 meses, y en gran parte ha sido gracias a ella.

Pero ahora,

Ahora, me toca volver, me toca despedirme. Y, al contrario de lo que pensé, se me hará duro separarme de ella.

Y es que, sí, seguramente lo nuestro sea algo para toda la vida, mi querida Barcelona. Pero ahora, vas a tener que ganártelo día a día: Londres, esta maldita seductora, no va a desaparecer así como así de mi mente. 

7 comentarios:

  1. Las cosas más bonitas no se aprecian en el primer vistazo.

    ResponderEliminar
  2. Barcelona es mucha Barcelona. Por muy Londres que sea Londres :P

    ResponderEliminar
  3. Londres es demasiado fría

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Me interesa entrar en contacto contigo. Escríbeme, por favor, a lagamez en gmail punto com.

    Saludos,

    Luis Alfonso Gámez

    ResponderEliminar